Qué ver en el Louvre: 10 obras que no te puedes perder
Un viaje a París presupone una visita al Louvre. El museo francés es una visita obligada para todo turista.
La cantidad de obras expuestas es notable, su calidad es excelente y la gama de estilos, procedencias y períodos histórico-artísticos de las piezas expuestas es variada.
Sin embargo, si tienes poco tiempo y no quieres optar por una visita guiada en español, aquí tienes las 10 obras que no te puedes perder.
La pirámide del Louvre
Realizada en acero y vidrio, diseñada por el arquitecto chino-estadounidense Ming Pei, fue fuertemente deseado por el entonces presidente Mitterrand, para celebrar el bicentenario de la Revolución Francesa, y construida en el centro de la Cour Napoleón para convertirse en la nueva entrada a el Museo.
A pesar de la polémica que suscitó en su presentación al público, por su forma, materiales y dimensiones, la Pirámide del Louvre se ha convertido en el eje del museo, permitiendo aumentar los espacios destinados a la recepción y convirtiéndose en un símbolo del Louvre.
Venus de Milo
La estatua de Venus fue descubierta en la isla de Milo en 1820 e inmediatamente comprada por el embajador francés; una vez en París, se colocó en el Louvre. Nada se sabe de el autor, así como la identificación con Afrodita es incierta, aunque sus facciones y la sensualidad que expresa justifican la conexión con la diosa de la belleza.
De la era helenística tardía, la escultura fue encontrada sin brazos ni pies, pero a pesar de estas mutilaciones, representa la encarnación de la belleza perfecta y sobrenatural.
El elegante drapeado de la túnica (que oculta la unión de los dos bloques de mármol con los que está confeccionada), la suavidad de las formas y la citada torcedura del busto desnudo la convierten en una obra maestra del arte helenístico.
Nike de Samotracia
Nike es la diosa alada de la victoria que dominaba el gran santuario de la isla de Samotracia. El grupo de mármol, al que pertenecía, probablemente fue creado para celebrar la victoria de una importante batalla naval.
Descubierto por un cónsul francés en 1863, fue trasladado inmediatamente a París y colocado en el Louvre, donde recibe a los visitantes en lo alto de la escalera principal.
Observándola, parece percibir realmente el viento que la golpea y hace que la ropa se adhiera a su cuerpo, destacando las formas perfectas y la maestría del desconocido escultor, creador de esta obra maestra del arte helenístico rodiano.
Cupido y psique
Antonio Canova cristaliza la imagen de los dos enamorados un momento antes del beso que sella su sentimiento: no hay movimiento, no se expresa tensión entre los dos protagonistas, sólo deseo.
La articulación de la composición es también extraordinaria: una gran X formada por la posición de las alas y la pierna derecha de Cupido y el cuerpo de Psique, en cuya intersección destaca el círculo formado por los brazos de Psique y, en el centro de la círculo, el punto focal de toda la obra, el espacio que separa las bocas de los dos amantes. Datable entre 1787 y 1793.
Los estigmas de San Francisco
Los dos protagonistas del cuadro, a pesar de estar conectados por los rayos con los que Jesús imprime los estigmas a San Francisco, demuestran una relación más profunda entre ellos con la dirección e intensidad de la mirada que Giotto logra humanizar.
A pesar de tratarse de una representación sacra que data de principios del siglo XIV (entre 1295 y 1300), los dos personajes se sitúan en un paisaje realista en el que ya se vislumbran los primeros tímidos atisbos de la perspectiva.
San Sebastiano
La figura del santo mártir destaca y se destaca sobre los tonos grises del paisaje y la arquitectura, que forman el fondo de la obra de Andrea Mantegna de finales del siglo XV (datable hacia 1481).
El cuerpo es escultórico y, aunque atravesado por las flechas del martirio, no aparenta sufrimiento, sin embargo la expresión de los ojos y el rostro denuncia claramente el dolor y la resignación por el martirio que se le inflige.
La Virgen de las Rocas
La Virgen, en compañía de Jesús, Juan y el ángel, se destaca frente a un paisaje rocoso, de incierta inspiración; los cuatro personajes crean una composición triangular aligerada por la posición de las manos y los brazos.
En esta obra, como en toda la iconografía de Leonardo da Vinci, la representación de la naturaleza tiene un doble valor expresivo y científico, de modo que si por un lado las flores están representadas con la precisión descriptiva de un botánico, por otro es su el significado simbólico es obvio. La obra se llevó a cabo entre 1483 y 1486.
Mona Lisa
Probablemente estamos ante el cuadro más famoso del mundo, datado entre 1503 y 1506, es conocido por sus peculiaridades, por sus enigmas y por las infinitas hipótesis sobre el tema.
A diferencia de muchas otras obras, ésta no fue traída a Francia como resultado de robos o ventas, sino que llegó allí por voluntad y de la mano de su propio autor, Leonardo, quien la trajo consigo cuando se mudó de Italia a Francia.
La sonrisa de la Mona Lisa es quizás el enigma más fascinante de la historia del arte y la falta de algún adorno, símbolo o joya ayuda a que la identidad de la protagonista aún no sea del todo cierta.
La Bella Jardinera
La mirada de la Virgen dirigida a su hijo aún niño está impregnada de cierta tristeza, como presagiando el destino que le espera.
Rafael realizó esta pintura en 1507 e indicó la fecha en el manto de la Virgen, junto al codo izquierdo, mientras que en la tela que cubría el pie de la Virgen estampó su firma.
El artista se inspira en Miguel Ángel para la plasticidad de los cuerpos y en Leonardo para el uso de la luz, pero crea una obra que, a pesar de estar afectada por las influencias de los dos artistas, tiene una originalidad e identidad precisas.
Muerte de la Virgen
El realismo de esta obra de Caravaggio, creada entre 1605 y 1606, fue considerado ofensivo y escandaloso por sus contemporáneos; la pobreza de los vestidos y de la habitación, los rasgos y la posición del cuerpo de la Virgen representan la realidad de la muerte en su veracidad, sin hipocresía y sin dulzura.
Fuentes históricas plantean la hipótesis de que el artista eligió el cadáver de una prostituta embarazada o el de una mujer ahogada en el Tíber como modelo para la Virgen.
Entradas para el museo del Louvre
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